El cuerpo es mi materia, lo que soy.
Un cúmulo de átomos, una estrella: “sólo un interludio temporal
entre las difusas nubes de gas de las que nacen y los objetos totalmente
colapsados –las singularidades– en que van a morir.” La singularidad.
El punto de contacto entre lo natural y lo sobrenatural.
“Cada cuerpo tiene en sí mismo sus propios medios de autodestrucción.”
Pero “cada objeto que existe debe poseer los medios para impedir su propio colapso.”
Mi cuerpo está de sobra regenerado y vibrante mi sexo rezuma por toda la casa, hinchado y feliz.
Pero esta cabeza no se concentra en la felicidad no la asimila en ella no puedes penetrar ni protegerme. (…)
Todo cuerpo es grave, conoce la atracción inevitable de la materia hacia la materia, de un cuerpo hacia otro cuerpo y de un cuerpo hacia sí mismo.
Todo cuerpo es leve, se separa de otros cuerpos y de sí mismo, borra la memoria. Se desvanece.
“Cuando un cuerpo está sometido a una gravedad tan grande que no puede soportar su propio peso, sobreviene la catástrofe y el cuerpo se colapsa.”
Es en el eje temporal donde se ven las fluctuaciones entre gravedad y levedad. Situados en un punto fijo, sólo se verá la una o la otra. Todo cuerpo, aun en contra de su voluntad, está en movimiento. El tiempo es distancia insalvable.
“La íntima conexión entre la gravedad y la naturaleza del espacio y del tiempo es la que hace que el aplastante colapso gravitatorio suponga mucho más que una crisis de la materia: supone una crisis en la estructura misma de la existencia.”
Miriam Reyes
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